Para estar juntos, un hombre y una mujer huyen de su planeta y acaban en un destino desconocido, un planeta extraño compuesto por fragmentos voladores.
Amor…
El estudio francés The Game Bakers, conocidos mayormente por sus premiados juegos para móviles, se pasaron al mundo de las consolas en 2016, con Furi, y parece que han decidido quedarse en él. Haven, su último lanzamiento, disponible para PC, PS, Switch y XBOX, publicado en 2020, es una aventura en mundo abierto con combates que podemos explorar en solitario o en cooperativo.
Haven entra por los ojos. Tiene un diseño bonito y tierno. Los paisajes de este extraño planeta están llenos de luz y color, los protagonistas, Yu y Kay, tienen un agradable aspecto manga y las criaturas con que nos vamos topando recuerdan a una versión algo menos cartoon de Pokémon. Pero si Haven puede de verdad conquistar a alguien, es a través de su guión.
Los videojuegos han recorrido un largo camino hasta ser lo que son hoy en día. Creo que es evidente que se ha tendido a dotarlos de una estructura narrativa, resuelta a veces con más y a veces con menos gracia; pero, con todo, nunca había visto un videojuego con unos textos como estos. En Haven se hace un esfuerzo enorme por construir el día a día de la pareja protagonista, por acercarnos a ellos de una forma íntima. Sea a través de las tareas cotidianas o de los diálogos en formato de visual novel, la gente de The Game Bakers se asegura de que podamos conocer a los protagonistas, que podamos ver su relación con un asombroso grado de detalle y que podamos empatizar con ellos y con su situación, sin ni siquiera tener que describir apenas su pasado o su mundo de origen. Todo está ahí. Todo está en ellos. El amor es suficiente para soportar la aventura… ¿o no?
Aventura
Este es el otro ingrediente importante en la receta de Haven y, por desgracia, no está tan cuidado, o tan pulido, como el anterior. Recorrer el planeta fragmentado resulta un poco monótono. Cada zona está cubierta de óxido que tendremos que limpiar pasando por encima con nuestras botas antigravitatorias y una serie de bestias afectadas a las que tendremos que vencer y apaciguar en combate.
Durante el combate controlaremos a ambos personajes, uno con cada joystick, o uno con joystick y otro con los botones. Fundamentalmente podremos cubrirnos, atacar físicamente, lanzar una llamarada o cargar/apaciguar. Si ambos personajes realizan el mismo ataque a la vez, producen un ataque especial más potente, necesario para atravesar las defensas de algunos enemigos y útil para acabar rápido con otros.
En cualquier caso, el combate aunque no es demasiado difícil, tampoco es particularmente interesante, por lo que acaba resultando pesado; y el tener que ir y volver hasta la nave con las distintas piezas para luego repetir el mismo camino, o casi, también es repelente. He leído que hay un sistema de viaje rápido, pero que tampoco es muy cómodo.
Abandono
Y sí, lo he leído, porque he decidido no acabar Haven. Me apena, porque los personajes y sus diálogos me encantaron, porque veo una magia sincera en cómo encaran el reto de reflejar el amor y porque creo que se ha hecho un esfuerzo inmenso en dotarlo todo de belleza (¡incluso las pantallas de carga son preciosas!); pero la experiencia de juego me ha parecido muy gris. Demasiado gris.
Creo que si no iban a trabajar en hacer interesante el combate, deberían
haber optado por eliminar la mayor parte de ellos (que si limpias todos
los núcleos de óxido mientras evitas a las bestias cubiertas por él te
dejasen evitar a los minions, por ejemplo; dejando solo los
combates contra los jefes), y también que si los jugadores van a tener
que recorrer constantemente las mismas rutas, el juego debería permitir
viajar en cualquier momento a los fragmentos ya conocidos, o, al menos, a
los que se le ha retirado todo el óxido.
Conclusión
Haven es un juego bien escrito y con un gran aspecto, pero mecánicamente resulta monótono y hasta sus 10 horas de historia principal me parecen demasiadas. Creo que no es mal juego y que tiene que pegar con fuerza a muchos jugadores a los que, probablemente, otros productos no les llenen como deberían. Lamentablemente, no soy uno de ellos.
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