Años 60. El régimen Nazi ha ganado la Segunda Guerra Mundial, gracias a una serie de sorprendentes avances tecnológicos, debida a Wilhelm Strasse, más conocido como Calavera. ¿Nuestro objetivo? Acabar con él y debilitar la fuerza de la tenaza con que los alemanes gobiernan ahora gran parte del mundo.
A la caza de Calavera
El protagonista es William Blazkowicz, que comienza el juego a bordo de uno de los bombarderos de la contraofensiva aliada que planeaba acabar con Calavera en 1946. Esta primera misión sirve de toma de contacto con las mecánicas fundamentales del juego y también como muestra del modo en que el equipo de MachineGames ha decidido contar la historia.
Se trata de un juego muy cinematográfico: la historia tiene los giros debidos, un grupo de personajes reconocibles y su buena colección de momentos heroicamente peliculeros. El hecho de que el primer capítulo acabe con una decisión que crea dos realidades alternativas supongo que puede considerarse un motivo de rejugabilidad, aunque yo decidí, como suelo hacer, hacerme cargo de las consecuencias de mis decisiones en los juegos y descubrir únicamente la rama por la que me había metido. Cómo cambian las cosas ahora que tenemos más juegos de los que nunca podremos jugar, ¿eh?
Un millar de nazis ante nosotros
Es más o menos el número de nazis al que tendremos que enfrentarnos a lo largo del juego. Para ello dispondremos de unas cuantas armas diferentes, como pistola, rifle de asalto, rifle de francotirador y escopeta, que podremos llevar una y apuntar debidamente, o llevar dos y pegar tiros al bulto desde la cadera y confiar en que nuestro desatado daño máximo supla la falta de precisión. También tendremos un cuchillo, para cuando haya que ser un poco más sigiloso (pero ojo, no es como otros juegos en que podremos hacerlo casi al lado de otros enemigos; aquí podrán oír los estertores del acuchillado o su caída al suelo) y un láser de corte con unas cuantas mejoras a lo largo del juego. Al principio sirve para cortar cadenas y rejas, al final es una de las armas más versátiles de Wolfenstein: The New Order.
Quizá lo más increíble del juego es lo bien que funciona su acción: es entretenida, rápida y relativamente variada (algo digno de mención en un shooter, que no todos son, por desgracia, Half-Life 2). Los controles permiten un manejo fluido del protagonista y todo responde bien. No obstante, el juego (al menos su versión para XBOX) tiene algunos problemas de estabilidad: hay veces que se cuelga al desplegar el mapa o al cargar una transición. No fue un número insoportable de veces, pero puede que fuesen cuatro. Que contando que me duró unas 15 o 16 horas, pues le llega bien, la verdad. Es un hecho que empaña el gran trabajo del resto de su apartado técnico.
La curva de dificultad
Aunque considero que el diseño de niveles es uno de los aspectos más destacables del juego, porque, vuelvo a lo de antes, son efectivos, con la curva de niveles tuve mis más y mis menos.
Vaya por delante que creo que hicieron un buen trabajo en general, el nivel del puente en ruinas me encantó, por ejemplo; pero la curva de dificultad, que tiende a ser estable y a exigir siempre un poquito más o a introducir un elemento nuevo en la mezcla, tiene algunos altibajos un poco frustrantes. Aún recuerdo el primer gran tiroteo obligatorio… Yo que había ido jugando casi todo en plan sigiloso a cuchillo y de pronto me veo delante de 50 nazis que me detectan invariablemente en cuanto me muevo tras la pantalla de carga. Genial. Creo que deberían haber ido dejando caer más escenas del estilo si esa iba a ser parte de la tónica obligada, porque el primer día (enfermo de covid, además) quise lanzar el mando por la ventana. También me pasó algo similar con la fase final del jefe final. Llegué a pensar que no estaba enfocando bien el combate, pero solo tenía que insistir un poco más.
Conclusión
Aunque el último tercio se me hizo largo (y tengo la sensación de que cada año que pasa me sucede más a menudo), en líneas generales quedé satisfecho con el juego. No creo que sea extraordinario, pero tiene claro qué quiere hacer y cómo va a conseguirlo: la narración es efectiva y funcional, la historia cumple, Blazkowicz es un buen protagonista, el grupo que lo acompaña está bien, tiene algunos niveles estupendamente diseñados y, mecánicamente, el juego, cuando no se cala, funciona de fábula.
Sé que no seguiré con la franquicia por el momento, que acabé un poco cansado de él (a lo que quizá contribuyó el tener tan poco tiempo para jugar, que tardé en jugar esas 15 o 16 horas tres meses y medio), pero no descarto retomarla en algún momento. Me gustó lo que me contó, sí.
Adiós, Blazkowicz, y gracias por dejarme matar nazis.
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