Item Descripción Valor

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El comisario Torres apenas puede ocultar su asombro ante la magnificencia de la sala principal. Se trata de una impresionante estancia de dos alturas, en forma de óvalo alargado sin líneas rectas. Tres grandes lámparas modernistas cuelgan del alto techo decorado con mosaico trencadís. En la parte más alejada puedes ver una gran puerta doble de madera y vidrio coloreado que parece dar a una amplia terraza exterior.


Varios grupos de invitados conversan ociosos entre las mesas, servidas generosamente con viandas y refrigerios de todo tipo. Un sirviente se encarga de mantener los mostradores y a los invitados bien atendidos. Parece que todo el personal de servicio de la mansión está formado por robustos mulatos extremadamente eficientes, una muestra de exotismo que sin duda proviene del pasado cubano del señor Rovira.


- Creo que nuestro anfitrión aún tardará un tiempo en aparecer.- El comisario se ha sobrepuesto al impacto inicial y su atención está ahora totalmente dedicada a las bien surtidas mesas.- Como le decía, hable con la gente, muévase entre los invitados y déjese ver un poco. Nos encontraremos más tarde.


Mientras observas a los invitados en busca de personas con las que conversar, un reloj marca las 9 en punto.


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- Buenas noches, señor inspector.- Aún no has acabado de examinar el amplio abanico de invitados diseminados por la terraza cuando te ves sorprendido por una suave voz femenina. Giras inmediatamente sobre ti mismo para encontrarte frente a una atractiva joven con un llamativo vestido, largo y entallado, de color rosa pálido. El sofisticado recogido de su pelo está adornado con un tocado de flores a juego con los bordados de la falda.


- Disculpe mi atrevimiento, pero creo haberle reconocido por las fotos en los periódicos.- La mujer te observa con ojos vivaces y confiados, como si le divirtiera tu expresión de sorpresa ante su interrupción.- Es usted el famoso inspector Espasa, ¿verdad? Oh qué emocionante, mis amigas se morirán de envidia cuando se lo cuente. Mi nombre es Inés Valverde, y ninguna fiesta en esta ciudad está completa sin mi asistencia.


La joven te tiende la mano en un gracioso gesto mientras continúa parloteando atropelladamente sin apenas darte a tiempo a intervenir. Realmente parece encontrarse en su elemento, así que quizá merezca la pena dedicarle unos minutos.