La Despedida

Es escalofriante como en cierta forma curioso, contemplar el extraño movimiento de esas largas patas de araña acercándose a vosotros. Cruzando sobre la hierba apresuradas, parece que sus extremidades aumentasen de tamaño, más largas y próximas, de repente más lejanas e imprecisas conforme avanzan. Como si las guiase alguna clase de mecanismo, un ingenio oscuro que tratase de burlar vuestra vista, se acercan con una presteza endiablada por lo que no puedes ni parar a observar el rostro ni las expresiones de terror del resto de miembros del grupo.

Cierras con fuerza los ojos para volver a a abrirlos rápidamente, intentando aclararte la vista en la oscuridad que os rodea.

Con un gruñido de rabia, aprietas con fuerza la empuñadura de la espada antes de aprestarte a desenvainarla. ¡Un guerrero de tu renombre, tan pagado de sí mismo, no puede tener miedo ahora! Concentrando las fuerzas en tu brazo, sientes que no puedes permitir que eso suceda . Por contra, no ocurre lo mismo con vuestras monturas, que relinchan encabritándose ante la presencia de las arañas. Agarras firmemente las bridas del animal con el brazo libre mientras tratas de calmar al caballo cuando se eleva sobre las patas traseras.

Entre tanto, persiste ese extraño olor que recorre toda la espesura. Lo acompaña una niebla, apenas visible en la noche, pero opresiva. Empeora aún más tu capacidad para ver lo que sucede. No parece ser de origen natural, lo que agrava aún más lo acuciante de la situación.

Decide ahora tu curso de acción.