El hijo menor del rey siempre ha sido un joven enclenque y enfermizo; sin embargo, en los últimos meses su lastimero estado de salud ha empeorado de manera preocupante. El pobre desgraciado se encuentra encamado, incapaz de levantarse, acosado por delirantes fiebres y azotado por la inanición. Su piel es pálida y frágil, mientras que su mirada vidriosa observa sin hacerlo en los escasos momentos en los que se encuentra despierto.
La presencia de la muerte adquiere fuerza con cada segundo que pasa. Su guadaña espera afilada, ansiosa por sesgar una vida más, incapaz de comprender la injusticia de los actos de su amo.
¿Podrán los héroes hacer algo al respecto o ya es demasiado tarde?