Resulta que es una película de Woody Allen y tiene todos los toques absurdos y comentarios sexualoides que le son propios, combinados con el puntillo sobreactuado del teatro de Broadway, ofreciendo un resultado terriblemente carismático.
Los diálogos están cargados de ingenio. Eso es lo primero que nos encontramos. Una narración muy llamativa, graciosa, divertida y muy amena, con un montón de diálogos brillantes, muy de Woody, con muchos matices y una gran caracterización. Por si esto fuera poco, nos encontramos también con unos personajes absolutamente magníficos: la arrogante gafapasta y engreída Helen con su forma de hablar oscura y recargada; la estridente amante de los perros, la histriónica e ignorante Olive con unos diálogos llenos de errores, el divertido y respondón gángster guardaespaldas Cheech (Chazz Palminteri, guionista de Una historia del Bronx y actor de Sonny en la misma); el gordo y glotón Warren y el quejica director, que se deja arrastrar por los instintos y deseos de su pene, David Shayne (¿qué sería de una película de Woody sin este arquetipo cubierto?). El grupo de astirtillas colegas de David, además, es absolutamente grandioso, divertido... y rezumante de crítica.
Imagen obtenida de Take a take, un blog sobre doblaje y curiosidades del cine.
En esta película no existen los silencios. Los personajes hablan y hablan y hablan; no se callan nunca. Así que es de especial importancia lo bien elegidas que están las voces. De hecho, aunque a mí no me guste mucho la elección de Luis Posada (el típico encargado de doblar a Jim Carrey y a Johnny Depp), no creo que lo haga nada mal. El resto me parecieron intachables.
Aparte de las reflexiones sobre el sexo y sobre las relaciones, presentes en toda película de Woody que se precie, en Balas sobre Broadway se reincide también varias veces en si es más importante una gran obra o un hombre anónimo. En un incendio, «¿salvarías el último ejemplar de las obras completas de Shakespeare o a una persona anónima?», se pregunta el grupo de artistoides gafapasta en el primer tercio.
Spoiler (marca el texto para leerlo):
La muerte de Cheech, con el «no hables, no hables», dramático, triste, profundo; las mismas palabras, el mismo número de veces que utiliza Helen, crea un momento absolutamente precioso.
Divertida, interesante, con buenos personajes y una grandísima dirección. Me ha sorprendido la poca fama que, al menos por aquí, tiene esta película.