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Cortar por la línea de puntos

Drama Humor
Por Albos

Un dibujante italiano reflexiona sobre su vida: sobre su infancia, sobre las expectativas, sobre el mundo laboral, las relaciones, las amistades y la familia.

Mucho humor, pero no solo

La propuesta inicial de Cortar por la línea de puntos es sorprendentemente directa. Los episodios son muy breves, la mayor parte de ellos no llegan a los 20 minutos incluyendo créditos y cortinilla de apertura; y desde el primer momento apuesta por un humor constante con toques cáusticos. Si Zerocalcare encuentra cómo retorcer un poco más un chiste para atacar a alguien más, lo retuerce y lo sigue. Así, el inicio de la serie es frenética y despiadadamente divertido y ágil.

Zero, el protagonista de la serie, es un artista peculiar con tendencias ansiosas. Es también el narrador de la serie, hasta tal punto de que es la única voz que nos acompaña aparte de la de su conciencia, un armadillo parlante de tamaño humano. Al resto de personajes les pone voz el mismo actor, lo que se utilizará para enfatizar ciertas cosas a lo largo de la serie, en lo que, personalmente, me parece una estupenda decisión formal.

El hecho de que la serie en su conjunto dure menos de dos horas (no hay noticias sobre ella, pero por su formato dudo que la renueven), hace que al resto de personajes los conozcamos más como a los de una película; lo que no evita que nos hagamos una idea relativamente precisa de ellos: el pasota Secco y su obsesión por los helados, ese amigo sencillo que permite a Zero surfear su ansiedad; la amiga racional, Sarah, que le hace ver que incluso los peores resultados de una cierta encrucijada no son tan catastróficos como visualiza el protagonista en su mente; y Alice, la incorporación al grupo, el interés romántico con el que nunca mueve ficha, sumido, por supuesto, en los infinitos bucles de preocupaciones producto de la ansiedad.

Pero entre la ingente batería de momentos graciosos, Cortar por la línea de puntos no se olvida de retratar cosas que no tienen nada de divertidas, y lo hace a través de una infinidad de ideas tanto visuales como sonoras: juega con distintas formas de música, plasma visualmente los episodios de ansiedad del protagonista, la frustración que despierta en ocasiones y las dificultades de lidiar con alguien que piensa de ese modo.

Retrato de la ansiedad, pero no solo

El esfuerzo por describir el mundo de la ansiedad en primera persona es consciente y minucioso. Todo cuanto pasa en la serie se relaciona, en mayor o menor medida, con ese mundo interno preocupado siempre por las consecuencias y el futuro en que viven (vivimos) las personas con ansiedad: los pensamientos catastrofistas, los bucles de preguntas sin respuesta buena, las eternas preocupaciones sobre cosas que no podemos solucionar o calcular, la presión en el pecho, la razón nublada... Todo está ahí, entre la tempestad de chistes que no cesan. Quizá BoJack Horseman, sin duda la serie a la que más me recordó Cortar por la línea de puntos, usó animales en lugar de personas para dulcificar las tinieblas de su drama; del mismo modo que la italiana puede estar usando todo ese humor para hacer más llevadero el drama de lo que hay de fondo.

Pero hay más que ansiedad en esta serie, y es que los dos últimos episodios de la serie se permiten un cambio tonal drástico en el que la serie explora otros temas igual de duros, en los que no me voy a adentrar aquí para no chafar sorpresas que, creo, merece la pena descubrir mientras se disfruta de la serie.

Todo ha llevado a ese punto y eso pone lo demás en perspectiva. Incluso la propia ansiedad y sus razonamientos retorcidos. O quizá son ese tipo de acontecimientos los que hacen que la ansiedad se perpetúe, aferrándose al clavo de lo que una vez pasó, en un peculiar caso de qué fue antes, el huevo o la gallina, todo aderezado de punk rock italiano y música lenta en inglés, según el momento.

Conclusión

Aunque solo fuese por lo atrevido de la propuesta, Cortar por la línea de puntos sería una de esas obras que recomendaría probar a todo el mundo. Su increíblemente breve duración, para ser una serie, juega a su favor; los temas que trata son muy interesantes y, si habéis lidiado con la ansiedad o con gente con ansiedad (que no puedo evitar preguntarme si a día de hoy quedará alguien que no haya hecho una de esas dos cosas) puede que encontréis una, en el fondo, oscura catarsis en las reflexiones de Zero.


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