Series

Series

La casa del Dragón

Drama Fantasía
Por Albos

172 años antes del nacimiento de Daenerys, durante el reinado de Viserys Targaryen, la línea sucesoria de la familia real, a falta de hijos varones, está en disputa… y los problemas podrían empezar en cualquier momento.

Cocción a fuego lento

La casa del Dragón recuerda a Juego de Tronos en muchas cosas, pero uno de sus mayores parecidos es la forma en que dibuja el mundo y a sus personajes, el ritmo que imprime a las acciones, que alternan momentos épicos con secuencias largas de miradas silenciosas y reproches velados. Creo que en eso La casa del dragón hace, si cabe, un trabajo más coherente que el de la serie original, aunque quizá se vea favorecida por el tono menos mitológico que tiene todo. En esta serie, la sucesión de miradas cargadas de intención, la política, la familia y el romance se entremezclan con elegancia, y si bien los dragones de la familia dan lugar a alguna escena épica, hermosa y llena de acción, en general no busca esa épica del combate que buscó, a menudo con éxito, la adaptación de Canción de Hielo y Fuego.

Esto, que para mí es algo bueno, puede no serlo para todo el mundo. Creo que es posible que a algunos espectadores La casa del Dragón les resulte algo lenta o que sus tramas, todas ellas centradas en el presente y futuro de la dinastía Targaryen, les resulten de drama telenovelesco y se sientan repelidos; aunque cabe decir que en Juego de Tronos hubo mucho de telenovela y durante la mayor parte de temporadas tuvo al público en general comiendo de su mano. Vamos a olvidar los vacilantes y torpes pasos que dio en sus últimos compases, por el bien de la serie e incluso de la moral de este humilde redactor.

Estupendas caracterizaciones

No he leído Fuego y sangre, así que desconozco hasta qué punto se corresponden los personajes con lo que describió George R. R. Martin, pero en la serie se sienten coherentes y vivos, interesantes y evocadores. Esto se ve respaldado por la elección de un acertado reparto (quiero aprovechar para destacar que el parecido entre la Alicent juvenil y la madura es asombroso, aunque el hecho de cambiar solo a los actores infantiles hace que los cambios de los actores maduros más jóvenes den un poco de risa) y un magnífico trabajo de vestuario.

HBO ha ido en serio con La casa del Dragón. En algunos efectos especiales me dio la sensación de que se podría haber invertido más (hay llamas que se ven muy falsas, por poner un ejemplo), pero la sensación general es, en general, imponente. Mientras Amazon estrenaba una decepcionantemente ejecutada Los anillos de poder que demostraba que se había invertido una millonada en cada plano (tras estrenar una La rueda del tiempo que parecía una obra de instituto, todo sea dicho), HBO quizá pueda parecer, en este punto, algo conservadora (no pun intended), pero el resultado está lejos de ser visualmente decepcionante. Ni creo que el mercado de las series se pueda permitir normalmente los acabados de Los anillos, ni creo que sea lo que hace buena o mala una serie.

De lo mejor de 2022

Al menos para mí, claro. Ha sido este un año en el que he visto muchas menos cosas de lo normal. El combo de trabajo y universidad ha reducido drásticamente mi tiempo libre y las series han pagado la mayor parte del pato, pero en líneas generales me estaba pareciendo un año sin grandes sorpresas y sin estrenos de primera fila, y La casa del dragón ha venido, ya en el último tercio del año, casi por sorpresa. Quizá es culpa mía, que no esperaba nada de ella tras ver cómo Juego de Tronos divagaba un poco sin ton ni son en sus episodios finales.

En cualquier caso, no puedo más que recomendar la serie, recomendar que os dejéis llevar por las silenciosas miradas de Alicent, los reproches de Daenyra, la impulsividad de Daemon y la contenida elegancia, ya algo decrépita, de Viserys. Hay violencia y sexo, marcas de la franquicia tanto como de la cadena, pero La casa del Dragón tiene mucho más, y bueno, que ofrecer. No la releguéis al olvido por los fallos, en cualquier caso reprobables, de su predecesora.

Ya me contaréis.


Sin comentarios todavía